jueves, 28 de agosto de 2008

LAS CIUDADES MEDIEVALES

Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección. En sus puertas se cobraban los impuestos sobre las mercancías que entraban en la ciudad. Las puertas se cerraban por la noche.

Los edificios más destacados eran la catedral, el ayuntamiento y los palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de calles estrechas y tortuosas, entre las que, en ocasiones, había pequeños huertos.

Había un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos ponían sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos.

El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las casas se arrojaban directamente a las calles. Por ellas correteaban también los animales domésticos (gallinas, cerdos, etc.) que poseían algunos habitantes. Por todo esto, las enfermedades eran frecuentes. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.

Amersfoort, ciudad situada en la zona central de los Países Bajos, en la provincia de Utrecht, a orillas del río Eem, cerca de la ciudad de Utrecht. Es un importante centro comercial para el área agrícola en la que se encuentra, además de un nudo ferroviario y un núcleo industrial destacado. Se fabrican productos químicos, tabaco, seda, artículos de lana y productos alimenticios.

Amersfoort adquirió su fuero en 1259. La parte antigua de la ciudad, que aún se conserva, fue construida dentro de una zona amurallada y contaba con compuertas para el agua procedente del río Eem. Es una de las ciudades medievales europeas que mejor se conservan, y entre sus monumentos destacan las bellas iglesias y un campanario de 95 m. Población (2000), 126.270 habitantes.

Ratisbona (en alemán Regensburg), ciudad del sureste de Alemania, en Baviera; es un puerto fluvial situado en la confluencia de los ríos Danubio y Regen. Además de la construcción naval, hay industrias que fabrican alimentos preparados, productos químicos y de piel, maquinaria y tejidos estampados. Ratisbona, que no sufrió daños durante la II Guerra Mundial, está considerada como una de las ciudades medievales alemanas mejor conservadas; entre sus numerosos edificios históricos destacan la catedral de San Pedro (comenzada en el siglo XIII), el antiguo ayuntamiento (siglos XIV-XVIII), la iglesia de Santiago (principios del siglo XII) y la iglesia de San Emerando (siglo V). Su monasterio benedictino fue uno de los más importantes centros de estudio de Europa, con una biblioteca que contenía más de 200.000 libros y manuscritos iluminados. La catedral de San Pedro mantuvo un famoso coro de niños durante más de mil años y tiene un museo de arte eclesiástico medieval y renacentista. El puente de piedra que cruza el Danubio (finalizado en 1146) fue durante siglos el único puente del Danubio y el punto de partida de la segunda y la tercera Cruzadas. Es sede de una universidad.

En el año 500 a.C. aproximadamente Ratisbona era un asentamiento celta. Los romanos hicieron de la comunidad una ciudad fortificada desde el siglo II hasta el siglo V. Se convirtió en una ciudad imperial libre en 1245. De 1663 a 1806 fue la sede permanente de la Dieta del Sacro Imperio Romano Germánico y uno de sus más importantes centros comerciales y políticos. San Alberto Magno enseñó en Ratisbona entre 1236 y 1240 y fue su obispo de 1260 a 1262. El pintor y arquitecto Albrecht Altdorfer pasó gran parte de su vida en la ciudad. En 1810 se convirtió en una posesión bávara. Población (2001), 125.700 habitantes.

La catedral de San Pedro, considerada como uno de los mejores ejemplos del gótico desarrollado en el norte de Baviera, fue edificada entre los siglos XIII y XVI en la ciudad de Ratisbona.

Islas Aran (también denominadas, Arana Naomh), grupo de tres pequeñas islas (Inishmore, Inishmaan e Inisheer) situadas en la bahía de Galway en la costa occidental de Irlanda, pertenecientes al condado de Galway. Estas rocosas islas no poseen un suelo fértil, por lo que los habitantes utilizan arena, algas marinas y estiércol para preparar su propio mantillo para las cosechas y pastos. Las mujeres son expertas en la confección de jerséis de lana, característicos por sus complicados entretejidos; las familias crean sus propios diseños, que pasan de una generación a otra. Engrasados con lanolina, resisten la lluvia y el viento, y los pescadores los usan en el mar.

El dramaturgo irlandés John Millington Synge describe la dura vida de los pescadores de Aran en su obra Jinetes hacia el mar. Algunos isleños aún utilizan los mismos métodos de pesca y utensilios que sus antecesores, como la currach, una pequeña embarcación de mimbre cubierta con lonas. Los isleños, que hablan gaélico, celebran unas reuniones denominadas ceili en las que interpretan músicas y bailes tradicionales irlandeses.

Las ruinas de antiguas fortificaciones, iglesias y monasterios construidos a principios de la era cristiana atraen a muchos visitantes. En Inishmore, la mayor isla, un gran fuerte de piedra llamado Dún Aengus se alza desde el borde de un gran acantilado. La Casa de san Enda, nombre del patrón de la isla, fue el establecimiento religioso más importante de la isla durante el periodo medieval. Superficie total del archipiélago, 47 km².

El comercio medieval

La era del Comercio Medieval comienza con la caída del Imperio Romano, en el año 476, y termina aproximadamente en el 1500, poco después que Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo. Fue una época de desajustes y ajustes cívicos, de guerras sangrientas, de descubrimientos y de conquistas. Se establecieron sistemas feudales y la Iglesia Católica asume el liderato político, social y económico de Europa. Todo esto trajo como consecuencia una gran variedad de innovaciones y adaptaciones a la técnica de compra-venta, aunque muchos de los principios de los griegos y romanos se siguieron observando.

Uno de los primeros esfuerzos que realizaron los germanos fue el de buscar todos los medios posibles par fortalecer la industria y el comercio por considerar que la prosperidad y la seguridad del pueblo dependían del éxito operativo de estos sectores económicos. A tal efecto establecieron, como primer orden, un sistema de pesas y medidas, promulgaron leyes para castigar a toda persona que se encontrara culpable de ejercer prácticas ilícitas en el comercio y la industria y redujeron los arbitrios y contribuciones.

Los Francos.

Aunque la economía se debilitó por las continuas luchas internas y las guerras civiles entre los diversos grupos que gobernaban, así como por la inseguridad de la época, la conquista de Italia por los Lombardos en el año 568 y la ascendencia de los Francos en la Europa Occidental dieron nuevamente cierta estabilidad al comercio.

El comercio internacional se debilitó considerablemente cuando los sarracenos conquistaron a Persia, Siria, y España en el siglo VIII, y al controlar las aguas del Mediterráneo. La situación se empeoró por las continuas invasiones de los vikingos. Estos incidentes contribuyeron a la sustitución del comercio internacional por una economía rural-agraria en que los artículos se producían y consumían localmente, y sin gran interés de venderse fuera de los lugares de producción.

Los reyes Francos comenzaron en el siglo IX la práctica de crear legalmente y controlar los mercados donde los compradores y vendedores podían realizar transacciones semanal y anualmente. Este paso significativo, copiado del sistema jurídico Romano, establece la prerrogativa del Estado para crear centros comerciales, y fue el inicio del capitalismo europeo.

El Feudalismo.

Las grandes estancias rurales que existían durante la época romana continuaron aumentando y eventualmente se identificaron como la forma de organización dominante dentro de la economía agraria europea.

El proceso de crear grandes estancias fue igualmente estimulado por los reyes, quienes otorgaban considerables extensiones de tierras y otros favores a personas que pudieran proporcionarles asistencia militar.

El feudalismo contribuyó muy poco al desarrollo del comercio y llega a su máxima etapa de desarrollo en el siglo XIII. Después comienza gradualmente a decaer.

Las Ferias comerciales.

Aunque el control del Mediterráneo por los sarracenos, junto con la inseguridad y los desórdenes internos, habían casi paralizado el comercio, la necesidad por comerciar a niveles locales e internacionales se intensificaba.

Las ferias anuales, que originalmente se celebraban por disposiciones de las iglesias y los monasterios durante días festivos religiosos, pronto se desarrollaron en centros de mercadeo al por mayor en donde los comerciantes extranjeros podían disponer de la mercancía que llevaban desde diversos lugares de Europa y Asia.

Fue durante la celebración de estas ferias que se comenzaron a utilizar las letras de cambio y los pagarés comerciales.


En las ferias se comenzó, por primera vez, a comprar y vender pólizas de seguros marítimos para asegurar al beneficiario contra la pérdida y destrucción de la mercancía que estaba en tránsito. Otra práctica utilizada en las ferias era la de vender mediante muestras y especificaciones, productos que estaban almacenados en otros lugares con el propósito de economizar en los costos de transporte.

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